Equipo Impulsor Nacional del Acuerdo de Escazú
Foto: César Artiga

El Salvador ha estado bajo la lupa en los últimos meses, con el presidente Nayib Bukele provocando críticas internacionales por su respuesta agresiva a la pandemia de COVID-19 y numerosos intentos de subvertir la democracia. Bukele ha mostrado desdén por los derechos humanos, encarceló a miles por violar las órdenes de cuarentena e implementó un brutal cierre en las prisiones sobrepobladas de la nación.

El Salvador:

El alarmante abrazo de Bukele al autoritarismo llega en un momento en que El Salvador enfrenta graves problemas ambientales. Gran parte de El Salvador, junto con partes de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, se encuentran en el Corredor Seco Centroamericano. Esta es una región de bosque tropical seco caracterizada por patrones irregulares de lluvia. La región es vulnerable a severas sequías e inundaciones que se empeoran por la crisis climática. La sequía ha sido un gran problema en El Salvador en los últimos años y ha sido uno de los factores causantes de la migración.

Además, de sus graves problemas ambientales y de derechos humanos, El Salvador aún no ha firmado el Acuerdo de Escazú. Este es un tratado ambiental regional entre las naciones de América Latina y el Caribe, que busca proteger los derechos humanos de los defensores y defensoras del medio ambiente y proporcionar acceso público a la información.

Conversamos con dos destacados activistas salvadoreños, César Artiga y la Rev. Marta Benavides, sobre los derechos humanos, el cambio climático y otros temas en El Salvador.

Artiga es el coordinador del Equipo Impulsor Nacional del Acuerdo de Escazú, un grupo de voluntarios comprometidos con la firma, ratificación e implementación del tratado por parte de su país.

Benavides es teóloga, ministra ordenada, permaculturista, educadora, artista y fundadora del Movimiento Siglo XXIII por la Paz Sostenible. Es una de las últimas activistas sobrevivientes del grupo original de defensores de los derechos humanos y la paz que comenzó su trabajo durante la década de 1970 en un clima de represión. En 2003, fue una de las 33 galardonadas con el Premio de la Fundación Cumbre Mundial de Mujeres para la Creatividad de las Mujeres en la Vida Rural. Dos años después, estaba entre las 1,000 mujeres nominadas para el Premio Nobel de la Paz.

César Artiga

SG: ¿Por qué cree que El Salvador aún no ha firmado y ratificado el Acuerdo de Escazú?

Artiga: Esta pregunta clave. Nosotros consideramos que realmente no hay una voluntad y ni un compromiso ético. Segundamente, un tampoco hay un compromiso político, para dotar al país de los instrumentos de legislación y los marcos jurídicos necesario, con el fin de robustecer todo el aparato de protección ambiental. Consideramos que no hay estos compromisos. 

La administración del gobierno actual es bastante ambigua. Nosotros hemos intentado de diversas maneras establecer diálogo político, inclusive al más alto nivel y no nos ha sido posible establecerlo. Sin embargo, con algunos equipos técnicos de las instituciones, sí hemos podido conversar. Hemos tenido reuniones de trabajo que han sido muy buenas, sin embargo, sabemos que las decisiones se toman en el más alto nivel. 

Entonces, por una parte, entendemos que no hay ninguna objeción y ni ninguna reserva con firmar el acuerdo. Pero por otra parte, no vemos que este discurso se traslade en acciones concretas. Con acciones concretas me refiero a que no se procede a la firma. Solamente El Salvador y Honduras en Centroamérica, son los países que no han firmado el Acuerdo. Entonces, no sé cual es el impedimento para que El Salvador lo firme. 

SG: Una de las cosas más importantes sobre el Acuerdo de Escazú es que protege a los defensores del medio ambiente en la región más peligrosa. ¿Diría que El Salvador es un lugar peligroso para los ambientalistas?

Artiga: Es curioso, hasta cierto punto, que en todos los índices internacionales como Global Witness o  las Naciones Unidas, no se cita El Salvador como un país donde hay persecución a personas defensoras del ambiente. Sin embargo, sí la hay.

Recordemos que El Salvador, es uno de los países en Centroamérica que tiene los índices de violencia más altos. Entonces, aquí en el país, casi que todo lo que sucede se asocia con pandillas. Si aparece una persona asesinada, sea hombre o mujer, se le categoriza como que fueron las pandillas. No se hacen esfuerzos de indagar y profundizar sobre los hechos.  

Si una personas acude a la fiscalia para presentar una denuncia respecto a persecución a personas defensoras del ambiente, se procesa como un crimen común. Aún si un defensor/a llega a ser asesinas, se categoriza como un homicido común.

César Artiga

No tenemos un marco de protección para personas defensoras del ambiente. En este contexto, el Acuerdo de Escazú se vuelve mucho más vigente, relevante y necesario. Necesitamos dotar a las personas defensoras del ambiente de un instrumento que las proteja. Escazú crea obligaciones para a los estados, mandatos específicos de medidas de protección que deben adoptar para proteger a las personas que defienden el ambiente.

SG: El Salvador ha estado bajo el foco de atención por posibles violaciones de derechos humanos en las cárceles. ¿Cómo resaltan estos acotecimientos recientes, la necesidad de que El Salvador firme y ratifique el Acuerdo de Escazú?

Artiga: Esta administración, y específicamente el Presidente de El Salvador, es una persona con serias tendencias al autoritarismo.  Eso es preocupante y es alarmante. El país viene de una larga historia de sangre. Venimos de un conflicto armado que duró más que 12 años, y que cobró la vida de miles de Salvadoreños y Salvadoreñas. Por lo que rechazamos volver a esos tiempos oscuros.

Consideramos que el Acuerdo de Escazú es un instrumento visionario y revolucionario. Escazú es un instrumento valiosísimo para proteger a la población, a los defensores, pero sobre todo a la ciudadanía de las prácticas autoritarias anti-democráticas. El Acuerdo de Escazú trabaja en crear una democracia ambiental y avanzar hacia una gobernanza democrática de los bienes comunes naturales. Esto es precisamente lo que necesitamos, un instrumento de esta naturaleza para fortalecer esto mecanismos.

Sino, estaremos atados/as a las manos de estos individuos que están obsesionados con el poder y el control. Que quieren hacernos regresar a prácticas autoritarias. Forzarnos a regresar hacia una manera vertical de gobernar, donde no se toma en cuenta las opiniones de las organizaciones  de la sociedad civil, de las comunidades, ni de los territorios. Regresar a una realidad donde la participación ciudadana este reducida a nada.  

No queremos volver a eso. Lo rechazamos. Lo condenamos. Y consideramos que el Acuerdo de Escazu nos da la oportunidad que nuestra débil y frágil democracia avance un poco. El Salvador ha logrado avanzar, cualquier retroceso en materia de derechos es inaceptable para nosotros.

SG: ¿Cómo ha actuado la administración actual en términos de cambio climático y otros problemas ambientales? ¿Qué iniciativas ha tomado Bukele?

Artiga: El Presidente Nayib Bukele no tiene al medioambiente como prioridad, para nada.  Le ha reducido el presupuesto público a la institucionalidad del medioambiente en el país. 

En segundo lugar, desde que asumió la Presidencia ordenó al Ministerio del Medioambiente flexibilizar los permisos ambientales. Con el fin de autorizar inversiones, sobre todo de empresas, tanto nacionales como internacionales, para realizar grandes obras de infraestructura. Es decir flexibilizar y agilizar los permisos en perjuicio del marco normativo ambiental del país.

En materia de cambio climático, El Salvador presentó su primer NDC pero esta contribución nacional es muy deficiente técnicamente. En muchos casos contraproducente. Nosotros consideramos que El Salvador debería de proceder de pronta manera, a formular una nueva NDC, que sí contemple todas las medidas urgentes y necesarias.

Marta Benavides

SG: ¿Puedes hablar sobre tu trabajo sobre los derechos humanos y el medio ambiente en El Salvador y en la comunidad internacional?

Benavides: Tenemos que trabajar en derechos humanos porque hemos sido muy inhumanos: hemos violado los derechos de los pueblos en general. Especialmente aquellos que son mayores, niños, personas con condiciones especiales o personas que pertenecen a sectores de la sociedad que tradicionalmente han sido excluidos y objetivados.

Hemos creado sociedades donde el progreso ha sido para unos pocos. Sin embarog, yo considero que la naturaleza y el planeta son seres que debemos respetar.

Marta Benavides

En general, creo que debemos tener una sociedad que realmente comprenda que todos/as y todo en el universo es sagrado. Tengo que asegurarme de vivir en armonía con los/as demas y también en armonía conmigo mismo/a.

Tenemos esta necesidad de tener estas plantemientos basados ​​en los derechos humanos, porque no hemos trabajado para tener sociedades donde la prioridad sea que todos/as estén bien y que el planeta esté bien. No hemos hecho eso.

SG: Hemos visto en El Salvador y en todo el mundo como el cambio climático y la crisis del coronavirus están llevandonos a un punto crítico. ¿Puede contarnos un poco sobre la situación en El Salvador?

Benavides: Yo en mi país siento esta crisis día a día. Para mí, esta pandemia nos está abofeteando de un lado a otro. Despertemos. ¿Cuánto tiempo vamos a esperar? Porqué no reaccionamos a las cosas que estamos viendo.

En los Estados Unidos, puede parecer que están mejor, pero no es así. Veo gente mendigando en las calles y buscando comida en la basura. Veo veteranos que mendigan ¿por qué?

Preguntemos ¿ Por qué aquellas personas que son saludables, lo son? Porque comen bien. Porque tienen agua para beber. Porque viven en situaciones y condiciones higiénicas. Los alcaldes recogen la basura allí mientras las otras personas son tratadas como basura y viven en la basura.

Simplemente no comprendo cómo las personas pueden ver esto y no entender la situación de aquellas personas, que no tienen agua en sus hogares. Trato de calmarme, y recordarme que debo mantenerme saludable. Porque tengo que seguir haciendo esto. Tengo que seguir trabajando por el Acuerdo de Escazú. Tengo que seguir trabajando por los derechos humanos.

SG: ¿Qué sugiere que hagamos como sociedad? ¿Qué lecciones cree que deberíamos aprender?

Benavides: Creo que una prioridad debe ser aceptar que se nos ha mentido en todos los procesos relacionados con la pandemia, así como se nos ha mentido todo el tiempo sobre cómo funciona realmente la vida.

La verdad es mucho más profunda y mucho más trascendental que lavarse las manos tantas veces y usar esa cosa en la boca. La raíz de esta situación es ser feliz y estar sano. Esto va directamente al hecho de mantener el planeta seguro y saludable. Tener aire limpio y agua limpia que sea accesible para todos y todas.

Estas son cosas que nadie debería privatizar o vender. Este tipo de cosas se hacen en contra del planeta y contra del medio ambiente. Y el problema se vuelve para aquellos de nosotros que somos capaces de sobrevivir. Que siempre tendremos la amenaza de que las personas se enfermen y se contaminen porque no hicimos lo correcto. Esta es la verdad que tiene que decirse, y esto tiene que ser desafiado.

Trabajé con Oscar Romero. Eso es lo que me da la fuerza cuando tengo ganas de llorar y gritar y no sé qué hacer. Romero dijo trabaja con la gente, acompaña a la gente, muestra solidaridad.

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