Autores: Lorena Miranda Gutiérrez y JaviSkan

El Acuerdo de París es mucho más que un papel burocrático, de esos que sabemos que no llegará a cambiar el rumbo de nuestras vidas. Es un hito en la historia de la lucha contra el cambio climático porque, por primera vez, la mayoría de los países del mundo se comprometen a mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados (en comparación con los niveles preindustriales). Pese a que es legalmente vinculante, no lo son los objetivos nacionales de reducción de emisiones: sí que lo es el mecanismo de revisión de los compromisos de reducción de cada país. Su vigencia, su credibilidad y su eficacia están en entredicho tras el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que sacará a su país del acuerdo.

La importancia de este acuerdo radica en que es el resultado de años de negociación entre los países participantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y todos los miembros habían aceptado ser parte del mismo a excepción de Siria y Nicaragua en un inicio, lo cual es un logro bastante importante considerando que los países más contaminantes por fin aceptaban el acuerdo, lo que ahora ha cambiado con la salida de Estados Unidos.

Una de sus más grandes fortalezas es que establece una meta clara: Mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2C hasta llegar a 1.5C. Pero además de eso, busca financiar a los países en desarrollo en temas climáticos y revisar cada 5 años la reducción de emisiones gases de efecto invernadero y en este punto es importante resaltar que China y Estados Unidos son responsables del 40% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo.

La decisión de Trump está basada en el convencimiento de que el acuerdo perjudica a los intereses de la clase obrera y media norteamericana, les quita poder adquisitivo y empleo, y que Estados Unidos está contribuyendo demasiado a esa lucha (sin mencionar que el país norteamericano es de los que más contribuye en gases de efecto invernadero). Sin entrar en los argumentos del mandatario, un magnate que no termina de creer que el cambio climático exista, es evidente que la salida de EEUU puede suponer un problema serio a nivel global. En primer lugar, lo evidente: hablamos de una superpotencia mundial cuyo peso en el ecosistema es de primer orden. Expertos del portal Climate Interactive, respaldado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, avisan de que el incumplimiento del acuerdo por parte de EEUU nos llevará a un aumento de 3,6º en 2100. De media. Insoportable. La nueva Ejecutiva estadounidense no solo se ha desmarcado del acuerdo, sino que está desmantelando todas las medidas ambientales de Obama. No es que la contaminación en el país no vaya a tener límites en el panorama de un pacto mundial: es que apenas va a tener dentro del marco legislativo nacional.

Los efectos del cambio climático nos van a afectar a todos, sin importar el grado de responsabilidad que tenga cada país en particular.

Más allá de la contribución directa al reto medioambiental de Estados Unidos, otra posible consecuencia hace temblar también a los analistas: la derivada del enorme peso de la nación norteamericana en el escenario geopolítico mundial. Muchos temen un “efecto contagio” que desmotive a muchos de los actores que, hasta ahora, se habían lanzado a la acción climática inspirados por el liderazgo estadounidense. Ya pasó con el Protocolo de Kioto: el Ejecutivo de Bush se desmarcó una vez firmado y eso hizo huir a muchos de sus aliados. Una huida que puede estar propiciada, a la vez, por la posible percepción de que el Acuerdo de París se convierte en injusto y desequilibrado si el principal país emisor de GEI no asume compromiso alguno. Todas las miradas están puestas en la Unión Europea y en China: ¿serán capaces de tomar el relevo del liderazgo?

Así como está, quedan muchas preguntas por responder y sobretodo mucha incertidumbre sobre lo que le espera al mundo debido a la decisión de Trump. La historia juzgará sus acciones pero no debemos permitir que estas definan el destino del mundo. En muchas otras situaciones ya se ha demostrado el poder ciudadano y esta no puede ser la excepción.

Los efectos del cambio climático nos van a afectar a todos, sin importar el grado de responsabilidad que tenga cada país en particular. Es por eso que debemos sentirnos responsables de tomar acciones, que en primer lugar, impidan que más países desistan del acuerdo y en segundo lugar, insten a las empresas y ciudades en Estados Unidos a respetar el mismo.

Hoy más que nunca necesitamos unirnos. Este acuerdo es algo que se buscaba desde hace muchos años y no podemos permitir que el esfuerzo de numerosas personas por lograr un verdadero cambio sea simplemente olvidado. Hagamos sentir nuestra voz, porque como dijimos al principio, este documento no es solo un papel más, cumplir el Acuerdo de París es lo mínimo que podemos hacer para evitar las peores consecuencias de un calentamiento global que amenaza nuestra propia supervivencia. Tal vez la pregunta no es qué pasará con este acuerdo con la decisión de Trump, sino qué dejaremos que pase.

 

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La Ruta del Clima colabora con La Juventud Opina una iniciativa de Unicef para  ofrecer perspectivas originales e inspiradoras de todos los rincones del mundo – desde jóvenes, para jóvenes.

Los Autores: JaviSkan es parte del equipo de La Juventud Opina. Periodismo medioambiental: cambio climático, energías renovables, biodiversidad. Y siempre digital. Redactor en infoLibre y responsable de comunicación en el Grupo Español para el Crecimiento Verde. Jamás he dudado de que me encanta lo que hago.  

Lorena Miranda Gutierrez es parte del equipo de La Juventud Opina. Estudiante de Ingeniería Comercial, peruana, apasionada por el empoderamiento femenino, el emprendimiento y la educación. Mi cita favorita es: Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos. -Marie Curie